Tomas Willis (1621-1675) inauguró la “era neurocéntrica”, donde cerebro y mente son dos cosas inseparables. Pero en un principio los cerebros que se utilizaban para estudiar la anatomía eran los que en el Londres del siglo XVII se vendían para ello, que generalmente eran los de cadáveres de gente sin recursos. Hoy se sabe que diferentes personas tiene diferentes tamaños en las áreas cerebrales dependiendo del diferente tipo de vida que hayan llevado.
Malcolm Gladwell, en su libro “Inteligencia intuitiva” (2005) Nos explica como las decisiones intuitivas tienen la misma validez que las reflexionadas, ya que existe un inconsciente individual que capta intuitivamente patrones de pautas, y un inconsciente colectivo que nos condiciona. Y nuestro cerebro nos engaña, ya que trata de dar sentido a la realidad, de hacerla completa y coherente rellenando los huecos de información que no poseemos.
Jeff Hawkins, en su libro “Sobre la inteligencia” (2005) nos explica que el neocortex, que es la parte más moderna de nuestro cerebro, es donde reside nuestra inteligencia, allí se forman y almacenan patrones de observación que el cerebro utiliza para hacer predicciones. Utilizamos el aprendizaje, la experimentación y la predicción para usar nuestra inteligencia. La creatividad es un nivel superior de predicción. Nuestra creatividad depende de las circunstancias a las que hemos estado expuestos, conforme a la experiencia podemos crear modelos que nos faciliten la predicción y la creatividad. Si hemos estado muchos años estudiando matemáticas, podemos ser muy creativos en lo que respecta a las matemáticas.
Si visualizamos el éxito o la felicidad, podemos planear un camino que nos ayude a conseguirlo. Podemos tratar de reconstruir la realidad, de cambiar las cosas para acercarlas a como nos gustaría que fuesen, cuanto más experimentemos al respecto, más aprenderemos sobre cómo hacerlo y lo que nos funciona y lo que no, y podremos ser más creativos en nuestra forma de conseguir nuestras metas.
