martes, 26 de febrero de 2013

ANTES DE ACTUAR, CUENTA HASTA... 3!!!!

Ya hemos hablado en otras ocasiones de que tenemos un cerebro, pero a la hora de procesar la información, tenemos tres, sí, tres cerebros... o al menos eso parece...
El cerebro más antiguo o reptiliano, es el que rige los instintos y se mueve por causas primarias como el placer o el odio.
El cerebro límbico, que es donde se procesan las emociones y es impulsado por los sentimientos: compasión, benevolencia... y también por los negativos; envidia, odio...
El cerebro más nuestro, el neocortex, que es donde converge la mayor parte de la información que procesamos, el que nos hace más humanos, nos permite pensar en el futuro, en nuestra consciencia (y conciencia también), el que  nos eleva por encima de los otros animales, nos hace evaluar las opciones y preveer las consecuencias de nuestros actos, nos ayuda a ver la realidad que transciende de nosotros mismos, se mueve por ideas más elaboradas y  nos ayuda a manejar los otros dos cerebros.
 Y cuando actuamos ¿cómo lo hacemos? Movidos por instintos, por sensaciones o emociones, o con un mayor control o inteligencia emocional...
Si nos paramos a pensar un momento, podemos tratar de analizar la forma en que respondemos a los estímulos de nuestro entorno, la forma en la que actuamos movidos por lo que pensamos o sentimos, y cómo influye que nos tomemos un momento más para poder... pensar como animales instintivos, como seres movidos por emociones o sensaciones o de una manera más inteligente, guiados por toda nuestra capacidad de procesar el mundo, uniéndolo todo de tal forma que nuestra actuación sea mucho más adecuada a lo que queremos, necesitamos...
Nuestra forma de pensar es un proceso, es algo que vamos creando según vamos viviendo, con nuestras experiencias y con nuestros hábitos, no deberíamos actuar movidos por un estado pasajero, cargados de emociones, sino comprometidos con nuestro bienestar, con nuestra felicidad, implicándonos en la responsabilidad propia de construir nuestra vida. Y si nos ejercitamos en una forma de pensar más pausada e inteligente, más acorde con lo que queremos, poco a poco lo convertiremos en un hábito, lo haremos de manera automática y eso reforzándolo cada vez que pensemos o actuemos, nos ayudará a ser cada vez más felices.
La felicidad es algo que se construye, que nace de la voluntad egoista en el sentido de la construcción del yo, soy yo el que quiero ser feliz, el que quiere tener una vida feliz, y para construir algo necesitamos aprender, y para aprender necesitamos ejercitarnos en hacer las cosas. ¿Y si lo ponemos en práctica?