MAMÁ QUIERO SER FELIZ.
¿Cómo podemos hacer que nuestros hijos sean más felices?
De muchas maneras, entre ellas desarrollando en ellos la Resiliencia , o “la
capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida,
superarlas y ser transformado positivamente por ellas.” (Grotberg, 1997)
Es posible desarrollar resiliencia en los niños a través de
las distintas etapas de su desarrollo mediante diversas estrategias:
Cuando son más pequeños:
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Elogiándolos por sus progresos en las pequeñas cosa,
como aprender a ir al baño solos, a vestirse solos, a coger las cosas, en sus
primeras palabras…
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Impulsándolos a que vayan aprendiendo cosas y realicen
actividades con la menor ayuda posible por parte de los adultos.
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Ayudándoles a experimentar sensaciones positivas.
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Estableciendo reglas que puedan cumplir y ayudándoles y
premiarles por hacerlo.
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Ayudándoles a definir sus sentimientos y los de los
demás, y a ponerles una etiqueta verbal a medida que vayan teniendo capacidad
para ello.
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Preparándoles para que puedan enfrentarse a situaciones
adversas mediante cuentos o ejercicios.
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Animarles a ejercitar su capacidad para poder hacer
cosas solos, aunque se equivoquen en un principio, con frases como: “Venga, que
yo sé que tú puedes hacerlo.” Fomentando así su autonomía y su capacidad para
poder resolver problemas.
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Tranquilizándoles en las situaciones que supongan un
estrés para ellos.
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Fomentando su capacidad de relacionarse con otras
personas.
Cuando son más mayores:
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Ayudándoles a que asuman la responsabilidad de sus
actos.
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Enseñarles que sus acciones tiene consecuencias.
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Dotándoles de un ambiente seguro y positivo, donde
puedan desarrollarse sin temor.
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Enseñándoles a pedir ayuda en situaciones conflictivas.
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Tranquilizarles cuando se enfrenten a problemas, tratar
de hablarles con voz calmada y razonar con ellos.
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Fomentando su competencia y autoestima.
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Enseñándoles a calmarse ellos mismos: contando hasta
diez o respirando profundamente.
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Enseñándoles a ponerse en el lugar del otro y a ser
amables y educados.
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Ayudándoles a expresar sus sentimientos con las
palabras y las formas adecuadas.
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Enseñándoles las bondades de explorar cosas nuevas.
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Desarrollando su sentido del humor.
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Dándoles posibilidad de tener iniciativa: de exigirse a
sí mismos y ponerse a prueba en situaciones progresivamente más exigentes.
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Aceptando sus errores, viéndolos como un camino para
poder aprender a hacer las cosas bien.
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Razonando con ellos y explicándoles las expectativas y
reglas que debe cumplir.
-
Saber estar con ellos sin menoscabar su autonomía pero
asegurándoles que pueden contar con nosotros.
A veces nos centramos en que coman bien, y se nos olvidan ciertas cosas...
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