Todos conocemos
el gran avance que nos ha proporcionado el descubrimiento de la cadena de ADN,
y lo importante que ha sido para la ciencia el decodificar los genes que
componen dicha cadena: se pueden prever enfermedades antes de que aparezcan,
estudiar los genes que influyen en tal o cual característica, etc.
Pero se ha
producido otro descubrimiento que ha pasado desapercibido para la mayoría de
nosotros, y es tan importante como aquel.
Además de los
genes, existe en nuestra cadena de ADN algo llamado epigenoma. El epigenoma es
la información epigenética de un organismo, que influye en que un gen se
manifieste o no. Por medio de la metilación, la impronta genética o la
modificación de histonas. Aquí no es importante el entender el cómo sino el por
qué. El por qué un gen se puede manifestar o no y puede hacerlo en mayor o
menor grado. (Si quieres una explicación más profunda te recomendamos estos
enlaces: http://epigenome.eu/es/1,3,0, http://www.abc.es/20100618/ciencia/epigenoma-mucho-genes-201006181447.html)
La epigenómica
se aplica al estudio de las complejas modificaciones que experimenta la
cromatina tanto en su modificación química como en las cambios topológicos
condicionados por efectos internos y ambientales que ejercen una influencia en
el modo en el que se expresan o comportan los genes, aunque sin que se vea
alterada la secuencia del ADN, el llamado código genético. Estos cambios además
se transmiten a las células hijas.
Son cambios
producidos en respuesta a un cambio ambiental, o a un aprendizaje, a un cambio
en la conducta…
Hay factores ambientales como la alimentación, el
estres, etc. que pueden afectar al epigenoma haciendo,
por ejemplo, que los genes se expresen con más intensidad y ese gen se
manifieste de manera más fuerte, o que se expresen con una menor intensidad y
el gen no se manifieste en absoluto.
¿Qué podemos
aprender de esto? Que con nuestro comportamiento, nuestros hábitos y conductas,
podemos cambiar la forma en la que se expresan nuestros genes. Que todo aquello
que atribuíamos a la genética y que pensábamos que era imposible modificar,
PODEMOS MODIFICARLO (en mayor medida de lo quepensábamos), que está en nuestras
manos mucha mayor capacidad para cambiar nuestra forma de ser que la que
suponíamos.
Y estas alteraciones en los genes se pueden
producir desde el momento en el que estamos en el vientre de nuestra madre, así
una madre con una mala alimentación tendrá hijos con mayor probabilidad de
enfermedad cardiaca, una madre con un elevado nivel de ansiedad tendrá hijos
con mayor probabilidad de tener asma…
A nivel médico:
puede que una persona tenga un gen que la predispone a tener cáncer, pero con
unos hábitos de vida saludables ese gen puede no manifestarse.
A nivel
psicológico: puede que una persona tenga una predisposición a responder ante el
estrés de una forma demasiado extrema, pero si aprende una serie de conductas
que le enseñen a relajarse o a resolver los problemas de una forma adecuada,
puede disminuir su respuesta ante el estrés.
Así puedes ver
lo importante que es cómo vivamos nuestras vidas guiados por el propósito de
alcanzar un mayor bienestar, a nivel físico o psicológico.